En defensa de la valentía

Uno de mis escritores preferidos es C.S. Lewis, autor de las crónicas de Narnia, de varios libros sobre religión y otros asuntos variados y de una trilogía de “ciencia” ficción llamada de Ransom (¿es la teología una ciencia?) 

El segundo de los libros de la trilogía transcurre en Venus donde el protagonista es enviado para que intente evitar que el diablo tente a la Eva del lugar y le haga caer en el pecado original. En lugar de comer una manzana la tentación en Venus consiste en convencerla para dormir en tierra firme en lugar de en islas que flotan y basculan con las olas del mar. 

El diablo adopta distintas estrategias pero la más persuasivas es el diálogo, habla y razona, con tal solvencia y convicción que el protagonista se da cuenta de que la Eva venusina está vacilando y valorando lo que le dice. Descubre entonces nuestro protagonista una verdad: la inteligencia es, en manos del maligno, un simple medio para su fin. 

Ransom, al comprender su incapacidad de ganarle dialécticamente coge un palo y empieza a arrearle al diablo hasta que descoyuntado le hace huir. 

Ni que decir tiene que el mensaje es completamente anti contemporáneo, personalmente lo encontré hilarante (solo es un libro) y me recordaba aquel personaje de La Regenta que defendía sus ideas "sucesisorbe" con los puños si era necesario....

Lo cierto es que los mensajes radiados de CS Lewis en la seguda guerra mundial fueron una fuente de consuelo para mucha gente que veía con horror el mundo que les tocó vivir. Dejando la violencia a parte, que siempre envilece, hay algo evidente y es que, en esta vida, además de razones hace falta principios, convicciones y valor para defenderlos. 

Como decía Tom Wolfe en la Hoguera de las Vanidades: decencia es eso que te enseñaba tu abuela de niño. 

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