Después de un tiempo de sequía en esta bitácora, mezcla extraña de flojera física tristeza mental y desgana vital me gustaría hablar de una serie espectácular: El Encargado. Una serie argentina brillante y simpática, con un portero que pone toda la carne en el asador para evitar que la comunidad de propietarios ("el consorcio") le despida. Chantaje, "secuestro", incendio, explosiones, simulación, usurpación, heroísmo, deuda de honor, sexo... todo cabe en la mente de este genial encargado de portería para evitar que los vecinos le despidan.
El encargado nos muestra un edificio, bello ejemplo de brutalismo de los años sesenta, hecho de hormigón y cristal donde un malvado abogado penalista quiere construir una pileta precisamente donde se halla la casa del portero, despedir al encargado y financiar la obra con el ahorro de su sueldo.
Si el encargado es un personaje de lo más interesante y quizá la más inteligente actualización de la figura del pícaro que quepa imaginar, el abogado (que se parece algo a mí, aunque sin gafas, en feo y mucho más avejentado) es el malo sin paliativos, mal educado, mal encarado, cínico, cruel, infiel, pero a fin de cuentas el primero cruza diversos límites y el segundo siempre se mantiene dentro de la Ley y lo esperable
En un momento determinado el Encargado le pregunta al administrador del edificio de parte de quien está y este contesta: yo, del lado del poder....., y yo que además de abogado penalista he sido y soy administrador no puedo menos que darle la razón con una sonrisa cómplice.
Es una serie recomendable si tenéis Disney plus, y si queréis zambulliros en Argentina, en su acento, sus personajes y su luz.
Y hablando de acentos, no falta el español de visita aunque interpretado por un argentino ( tan creíble como esos españoles que imitan el acento argentino), Jordi de nombre para más pintoresquismo, con acento catalán y un léxico que le define netamente como español; oshtia, hoder, gilipoias.... palabras que quien escribe apenas pronuncia y que resulta que nos definen como "gallegos" allende los mares....
Me gusta leer rápido. Aplico las técnicas comunes de intentar no subvocalizar, fijarme en las palabras, acelerando el paso de los ojos por la línea, centrarme en la parte superior de la frase y cuando adquieres cierto habito dar saltos en las dos mitades de izquierda y derecha de la frase. Para eso el libro electrónico es excepcional al dejarte elegir el tamaño de fuente y la extensión de la línea.
Desde que lo hago he podido apreciar que mejora mi concentración y mi retentiva, sobre todo visual. En mi caso, una vez creas el hábito, me ha servido para repetir un numero de teléfono o una matrícula con solo haberlos mirado una vez, y eso son solo algunos ejemplos. Teniendo en cuenta mi trabajo creo que lo que empezó como un reto me está resultando útil y provechoso
Y sin embargo....
Estoy leyendo un libro excelente, con un estilo tan personal y denso (claro y denso a la vez) que me he detenido cuando llevaba gran parte leído y lo he vuelto a iniciar. Cada frase me exige un esfuerzo especial, porque su claridad es engañosa, y el ritmo literario hace que corras el riesgo de no apreciar la hondura de algunas ideas.
Me queda bastante porque avanzo pesadamente y esa manía mía de leer para dormir hace que caiga rendido fácilmente.... y sin embargo no había estado tan ilusionado con una lectura desde hacía tiempo.
A veces vale la pena tomarse un tiempo y bajar el ritmo.
La gente que está detenida sobre todo si es la primera vez o si es inocente como eran ambas situaciones en este caso no miente y quienes mienten porque tienen algo que ocultar no lo hacen en cosas accesorias o fácilmente verificables porque dañarían su "credibilidad" en lo principal
A la pregunta de ¿Es usted conocido como "el gitano"? contestó "No, además como mucho me podrían llamar Quincallero" Me quedé sorprendido y le miré. Tenía no muchos años, menos de la mitad que yo y para mi era la primera vez que conocía a un merchero, o al menos a alguien que se decía merchero.
En mi infancia recuerdo escuchar con naturalidad palabras de su "lengua", ese peculiar léxico tan similar a la lengua caló. Recuerdo cómo habia quien decía "gachó" y "gachí" para chico y chica, y "julai" a modo de insulto. Los mercheros han dado al español esa palabra tan gráfica como despectiva de "quinqui" que viene de quincallero.
Étnia nómada que supuestamente recorría los caminos de España en carros valencianos vendiendo quincalla, los mercheros o quincalleros han sido confundido muchas veces con la étnia gitana con quien no tendrían sin embargo especial relación, y para mi siempre habían sido una especie de mito, de leyenda urbana o quizá leyenda rural.
No sé aun si realmente existen los mercheros o quincalleros pero sí sé que conocí a uno que así se identificaba y que era sincero, y no me habría quedado más extrañado si me hubiera dicho que era marciano.
"La Profesora" es una película checa de 2016 que reflexiona sobre el abuso de poder y la corrupción en algo tan inocente como una docente en una clase de secundaria. Esta señora, del partido comunista cuando esto aun quería decir algo en la mitad del mundo, es amable, cortés y sobretodo es viuda. Una pobre viuda, sola en el mundo, que precisa de la ayuda de aquellos padres que por su trabajo y disposición pueden ayudarle en cosas tan inocentes como arreglar una lámpara, hacer un recado o cortar el pelo.
Por supuesto, hay padres que por falta de interés, de ganas o porque simplemente no pueden, no le prestan la ayuda que la viuda "necesita", y sus hijos empiezan a suspender, a tener que renunciar a extraescolares, y a sufrir un soterrado calvario que en sus casas no siempre saben detectar. Los padres que sí ayudan, sin embargo, reciben en forma de susurro algún consejo sobre que sus hijos estudien este o aquel tema en concreto, a fin de cuentas estamos en este mundo para ayudarnos Estos padres están satisfechos con la situación porque su esfuerzo redunda en excelentes notas y buen currículum que ayudará a sus hijos el día de mañana.
Imaginad un aula repleta de padres que han sido convocados para analizar lo que pasa. Algunos padres exponen su situación, otros (aquellos que sus hijos sacan excelentes notas) les recriminan que paguen con la profesora sus propios fracasos como padres, y la mayoría escucha y calla, porque es el silencio lo que da fuerzas a los abusones, ahora y siempre. Decía Ortega en los años 30 que la fuerza del fascismo es la debilidad de los demás.
Cuando la reunión de padres está acabando, con un apoyo mayoritario a la profesora, explícito por unos y, sobre todo, callado y avergonzado por la mayoría pero apoyo a fin de cuentas, alguien da un último dato: las notas de todos los alumnos de esa profesora son significativamente peores que la media en los exámenes estatales. Ese dato invalidaría incluso a aquellos alumnos que sacan ventajas de la situación; quizá sepan ese 5 % del temario que sale en el examen pero el resto de la materia ni lo estudian ni lo aprenden. Esa es la gran tragedia de la corrupción cuando es sistémica, incluso aquellos que se benefician de ella terminan degradándose y estando por debajo de si mismos.
En la Marbella de Jesús Gil, (una persona que fue jaleada votada y apoyada por una mayoría, votación tras votación) y donde la corrupción y degradación llegó al paroxismo, hasta que el Estado disolvió el ayuntamiento, los empleados llegaron a no cobrar durante meses y los barrenderos a no tener ni siquiera escobas para hacer su trabajo. Aquellos que por nepotismo habían conseguido un trabajo llegaban a no cobrar o simplemente tenían que vivir entre suciedad.
Bajo el nombre El Hombre Perfecto se esconde una película alemana de ciencia ficción de ideas de 2021. El argumento es sencillo: una historiadora acepta compartir tres semanas de su tiempo con un robot humanoide diseñado para ser su pareja perfecta. La película no es solo una comedia ni solo una historia romántica, es una reflexión sobre lo que nos hace ser persona, el amor, la vida en pareja, la maternidad, la soledad y la compañía.
El trabajo de los actores es memorable, lo que unido a que sea un película europea ambientada en Berlín con imágenes impactantes de sus museos, y tangencialmente en Dinamarca, le dota de una especial veracidad, eso que se llamaba antes verismo.
Para que una película o un libro me guste debe hablar de personas, y esta lo hace. "Lamento haberte conocido, porque a partir de ahora la vida sin ti será siempre la vida sin ti"
En mi colegio (el de Alicante) lo de abogados y abogadas lo dejamos como "colegio de la abogacía" y en los textos jurídicos nuevos ya no somos ni abogados ni abogadas sino "personas que ejercen la abogacía".
Esta foto es de Tortosa, una ciudad con un patrimonio increíble.
Ha muerto Javier Marías, y lo que me sorprende tanto como la noticia es saber que tenía casi 71 años. Joven para morir sin duda pero un hombre de edad, un hombre vivido.
Le tenía aprecio, creo que era una persona de talento y valor. He leído varias novelas suyas, pero como su talento era su estilo, se me confunden (se funden en realidad) en el recuerdo como una sola obra. Me cuesta hasta recordar los argumentos, se me impone su voz.
Una vez me regaló un libro: "el mejor libro que he escrito" me dijo. Era "El Espejo del Mar" de Joseph Conrad, un libro de otro autor pero que estaba sin traducir al español hasta que él lo hizo, algo de lo que estaba personalmente orgulloso. Y en realidad lo tradujo dos veces por un problema de derechos de la traducción. Tengo ambas ediciones, la que compré y la que me regaló años después. Es una gracia buscar las disimilitudes entre su dos traducciones. Fue un hombre de talento, y su muerte es una cuestión personal, de alguna manera me ha dejado algo huérfano.
Recuerdo una columna titulada "Las pausas" que publicó en el País, en que contaba un viaje a Nueva York justo el día en que ganó Trump.
Esa columna refleja mejor que cientos de libros la grandeza y generosidad de esa peculiar forma de civilización que son los EEUU (y cuando digo civilización lo hago en el pleno sentido de la palabra: cultura, civismo, ciudades, ciudadanía....)
Imaginad un escritor europeo (a Marías el gentilicio español no le hace justicia) indignado porque un botarate americano que debe de usar los libros para calzar mesas se alza como mandamás, que sube a un taxi. El taxista hablador y trumpista le pregunta y se interesa sinceramente por él, por su trabajo y sus novelas y le pregunta cuando el taxi llega a destino si conoció a Ortega, y al contestar que sí el taxista contento de que aquel señor hubiera conocido a Ortega le estrecha la mano y le hace descuento.
Personalmente creo que aquel taxista quizá no sepa que ha muerto nuestro, ahora ya, "eterno candidato al nobel", pero si lo supiera lo sentiría de veras, porque aquel hombre que conducía taxis y leía filosofía representa lo mejor de un país que al margen de sus políticos sabe valorar lo bueno y lo excelente. Quizá en España no sepamos valorar tanto ni a Ortega ni a los Marías, el viejo y el joven, ni a tantos otros que se nos van en silencio....
Figueras Pacheco fue un arqueólogo alicantino que hoy es más conocido por dar nombre a un instituto de educación secundaria. Como arqueólogo, y pese a ser ciego desde los 18 años, dirigió las excavaciones de un lugar conocido como el Tosal de Manises donde se ubican las ruinas de la antigua ciudad ibero romana de Lucentum, nombre que se puede rastrear en el actual de Alicante. Aunque dejó una obra extensa, se podría decir que sus excavaciones no están muy bien documentadas, si bien, afortunadamente, en época actual el yacimiento se ha reexcavado y puesto en valor, por nuevos profesionales con nuevos criterios.
Una de las cosas que me llamaron la atención cuando leí sobre Lucentum fue descubrir que al excavar recientemente habían encontrado grandes tinajas con todos los trozos de cerámica que Figueras Pacheco habia considerado demasiado poco interesantes para exponer en el museo local. Abreviando diré que todo lo que no era griego fue introducido en estas tinajas y vuelto a enterrar en el terreno y en la memoria. La imagen por tanto que se desprendía de los "descubrimientos" de la primera excavación no era la de una ciudad ibero romana sino una especie de pequeña colonia griega y púnica. Lucentum se "confirmaba" como la antigua Akra Leuka griega, fundada por el insigne Amilcar Barca padre de Anibal. Todavía hoy existe la duda, y Akra Leuka da nombre a numerosos rótulos de establecimiento, marcas comerciales y un equipo femenino de baloncesto.
En todo caso, al margen de la verdad, Figueras Pacheco con la mejor de las intenciones aplicaba a sus descubrimientos un evidente sesgo de confirmación. ¿Por qué me he acordado de Figueras Pacheco? Por algo tan peculiar como la Ley de Memoria Histórica y la excavación de fosas comunes.
Cristopher Lee encarnó los papeles de Drácula de forma brillante pero siendo ya anciano y caduco aun seguía interpretándolo como un lastimoso medio de vida. Jesús Franco, director de cine español, le contrató para una película en que aparentaba hacer continuos cambios de guión que el pobre Lee no terminaba de entender cada vez que tenía que "repetir" una toma, pero realmente todo fue un añagaza para grabar dos películas pagándole solo una....
Pero ¿quién fue Jesús Franco?
Hace poco he leído sus “Memorias
del Tío Jess”, una autobiografía divertida
y algo autocomplaciente, y, aunque esta anécdota no la relata porque no sería coherente
con la imagen que de si pretende dar, sí permite vislumbrar lo que sería una
novela picaresca ambientada en nuestro añorado siglo XX.
Me he reído mucho leyéndolo y me
quedó con dos notas.
La primera es que Jesús Franco era algo quejoso y vivo, y así se lo imagina uno con 7 que con 70 años. Parece siempre estar
intentando llamar la atención, sintiéndose víctima de un menosprecio
sistemático, y con una alta autoestima. No recuerdo leer autocrítica en sus
memorias.
Y la segunda nota es que el mundo
está lleno de gente admirable, Jess Frank, nombre que utilizaba profesionalmente
para rehuir el nombre religioso y el apellido del dictador con quien no estaba
emparentado, era como Ed Wood un hombre brillante, ingenioso y diferente. El
poco cine suyo que he visto es sin embargo para olvidar. Hay en la red, algunas
películas disponibles y de diversos géneros: eróticas, de miedo, de aventuras,…
pero con un común denominador: son rematadamente malas.
Ojalá algún día se haga una película sobre su vida, con sus
peripecias y sus anécdotas, sería una historia digna de verse en gran pantalla,
algo que sin embargo no puede decirse de su cine.
Me llaman de un programa de televisión autonómica, una serie sobre crónica negra y delincuentes en serie en la Comunidad Valenciana. Me quieren hacer una entrevista. Al parecer lo que realmente les interesa es que lo comunique a mi cliente y le plantee la posibilidad de participar con el rostro y la voz distorsionados. Recuerdo perfectamente aquel caso. Me designaron para defender a la víctima, lo cual, para variar, fue un punto de vista interesante. Los hechos fueron especialmente graves y luctuosos. La víctima no quiere revivirlo, y así se lo transmito a la productora... que "por motivos personales tanto mi cliente como yo declinamos su amable oferta de colaborar..... agradeciéndoles que nos hayan comunicado etc. etc.".
Y digo yo, con toda la gente buena que hay haciendo cosas valiosas como escribir blogs que nadie lee ¿de verdad es necesario resaltar lo sórdido, lo luctuoso, lo morboso?
Como abogado lo que más me gusta es seguir la ilación de un razonamiento bien construido, buscar sus fallos y aprender de sus fortalezas.... La periodista me realizó una presentación impecable:
- la serie no trata sobre "monstruos" sino de la labor y esfuerzo de la policía por desenmascáralos
- Se pone de relieve y se ensalza a estos profesionales de forma positiva
- Es la policía la que propone los casos
- Por supuesto que mi testimonio es muy interesante
- Que el tratamiento de la víctima y de los hechos es muy serio y riguroso, se respetaría su anonimato y no se darían detalles.
- Se trata de que informe al cliente de que se va a hacer una serie documental sobre su caso no sea que encienda la tele y se lo encuentre sin previo aviso.
Pero vamos que, por muy bien presentada que esté, la idea no es otra que la gente "disfrute" viendo que hay monstruos entre nosotros, monstruos que no son seres apestosos que viven bajo los puentes, sino personas con quienes tomaríamos un café; perfectamente amables y simpáticas sino fuera porque un día y otro también sacan ese cuchillo que ocultan y lo usan para volver a la mañana siguiente a ser ese vecino, cuñado o compañero de trabajo tan normal y anodino.
No digo que no me guste la idea de que me entrevisten en la televisión pero no será para un documental de asesinos y violadores para gusto y deleite del venerable.
Leyendo los libros que han escrito Juan José Millas y Arsuaga, La vida contada por un sapiens a un neandertal y La muerte contada por un sapiens a un neandertal, me quedo con la idea de la auto domesticación como signo distintivo de la especie humana.
Quien tiene mascotas sabe que un animal domesticado se comportan de una manera y uno asilvestrado de otra muy diferente. Si los humanos somos una especie auto domesticada, caigo en la cuenta de que conozco personas que poco o nada de domesticadas tienen. No digo que sean sicópatas pero sí que actúan de forma que uno no se lo espera. Roban, mienten y usan de las persona. Es su naturaleza no domesticada. quizá no estén tan lejos, puede ser nuestro padre, amigo o compañero de trabajo....
En un mundo donde hay consensos como la educación, el respeto a la propiedad ajena y a la palabra dada, los no domesticados tienen una indudable ventaja para lograr sus fines. Se prevalen de que conocen las reglas del juego y simplemente actúan sin acatarlas.
El objetivismo de Rand tenia dos normas de conducta: el egoísmo individual y el imperativo no usar a los demás como medios para nuestros fines. Actuar siguiendo los dos principios es lo que refleja en los protagonistas de sus novelas.
El no domesticado sin duda usa y abusa de los demás, y sin duda la mentira es su arma menos dañina. Esa es la clave de nuestros tiempos, mientras contemplamos un mundo de ecorresilientes, veganos y buenistas, la bestia parda se viste de cordero
Hay una serie de los 80 llamada Tristeza de Amor de RTVE. Su creador fue Eduardo Mallorquí que unos años después se suicidó. Una tragedia que la familia ya habia padecido en su padre José Mallorquí (el creador de El Coyote) Su vida, al menos en parte, nos la cuenta su hermano César en su blog ( http://fraternidadbabel.blogspot.com/2011/03/eduardo-mallorqui-i.html ) de forma sincera, cruda y en gran manera desconcertante. Un blog, el de César, muy recomendable en todo caso por méritos propios y calidad literaria. No voy a hablar de Eduardo, sino de ese hijo intelectual suyo que fue la serie de televisión.
Hace poco la he vuelto a ver, a escondidas y de forma casi vergonzante....
La canción de la serie es antológica, excelente por el ritmo, la música y sobre todo por la voz de Hilario Camacho... El elenco de actores sorprende por su calidad, hemos crecido viéndolos en el cine y en la televisión. La imágenes de ese Madrid (lleno de Seat 124 y Renaults 5 y pese a ello muy reconocible) despierta nostalgia por un tiempo ido y nos hace recordar que una nación no es solo una extensión territorial sino temporal y en cierta forma vital y biográfica...
Los diálogos son brillantes, excepcionalmente ingeniosos y humorísticos, y con suficiente inteligencia uno no podría dejar de reírse en cada escena .... La historia (a diferencia de la canción inicial) no es, pues, como yo la recordaba triste ni dulzona, su trama es prácticamente un vodevil: se retuerce, sorprende y evoluciona hacia una conspiración de espionaje internacional y chantaje y con un final "feliz" aunque forzado.
Sin embargo, la serie para ser perfecta adolece de falta de alegría. No es triste pero no es alegre.
La alegría es una instalación vital, un lugar en que uno se coloca, una atalaya para afrontar el día a día, y el trato con las personas. La alegría es el mayor signo de inteligencia del inteligente; y del tonto o simplón al menos se puede decir que siendo alegre lo es menos.... El malvado, el cicatero o el mezquino no es alegre, o no lo es al menos de forma sincera.
La alegría no es por tanto humor ni risa ni debe confundirse con la felicidad aunque sea un ingrediente de esta.
El humor de la serie es simpático, inteligente y brillante pero es ácido, irónico, corrosivo, no es alegre aunque haga reír. Por eso y por esa impagable banda sonora (en realidad solo la canción) cuando uno ve la serie lo hace desde una instalación vital que no es alegre.
En el día a día de cada uno, en mayor o menor medida, la alegría nunca falta, puesto que, más allá de los avatares, nunca faltan ocasiones para ella. Pero la alegría, además de una instalación es una opción puesto que se puede aceptar o rechazar. Ya Machado escribió sobre los "borrachos de sombra negra", personas instaladas en la amargura, y decía Cervantes que tantas letras tiene Sí como No.
Por tanto cuando veáis a alguien, quizás en circunstancias nada envidiables, que sonríe de forma sincera recordad que veis a una persona que elige la alegría, y por esa mera elección, veis a uno de los nuestros.
Hoy en Alicante es el día de la Santa Faz, en que gran parte de la ciudad sale en romería al monasterio donde es tradición que se conserva uno de los paños con que la Verónica limpió el rostro de Jesús camino de la Cruz. Verónica no era en realidad tanto un nombre de mujer como que en la edad media se creía que significa Vero icono, imagen verdadera, y la verdadera imagen que se conserva en Alicante es un conjunto de manchas de sangre sobre las que se ha pintado una imagen bizantina bastante "extraña" y que no sigue la tradición occidental sino la oriental en que la plasmación de la imagen habría sido un regalo que Jesús habría hecho a un rico comerciante que quería tener algo suyo, no es, por tanto, la pintura que cubre la tela la imagen de un cristo doliente, aunque pintaran una gruesa lágrima en su mejilla.
En el monasterio donde se conserva la imagen hay una serie de dioramas que cuentan la historia de esta reliquia y en la que se reproduce el dato de que Juan Sebastián El Cano donó a dicho monasterio un legado de oro que nunca se cumplió. Fue el autor de dichas maquetas Julio Guillén Tato, almirante que da nombre a la vía que circula frente al mar y separa el puerto de la Explanada de España, un paseo muy reconocible de la ciudad por sus mosaicos de ondas de colores
Guillén Tato debería ser más conocido porque es realmente un personaje apasionante. Fue quien descubrió lo que decía el testamento de El Cano y mediante una suscripción popular consiguió más de cuatro siglos después que el monasterio recibiera aquellos dineros
La guerra civil le pilló abstraído en el Museo del ejercito naval cual sabio de película ajeno al alzamiento militar. Consiguió convencer a quienes fueron a detenerle de que nada tenía que ver con aquellos hechos. Sentía pasión por Benidorm una ciudad que adoraba y que deseaba proteger del desarrollismo urbanístico.
Era muy apreciado por el alcalde Pedro Zaragoza de esta ciudad, pero el alcalde sí creía en un Benidorm puntero e incluso consiguió permiso para que se permitiera el uso del bikini en la ciudad, tal era sin embargo el aprecio mutuo que le dio a Guillén Tato la potestad de que supervisara como asesor artísticos las licencias de los edificios que fueran a construirse en la parte vieja y le nombró cronista de la ciudad. Guillén Tato, sin embargo, demoraba las obras exigiendo datos concisos sobre las fachadas y exigiendo que se respetara la estética mediterránea en las mismas (acabados, enrejados, etc.) El primer año de 19 solicitudes informó desfavorablemente de 18. El colegio de arquitectos llegó a presentar una queja por lo que entendía era un grave perjuicio a la actividad económica y finalmente Guillén Tato se retiró y se cobijó en su chalé negándose a participar en un desarrollismo que no aprobaba para Benidorm.
Un sobrino suyo me contaba que hay una calle "Carreró dels gats" cerca de donde el habia vivido que estaba decorada por él, Sin más que el permiso del alcalde y con la ayuda de sus hijos y un soldado que llevaba los cantos, me decía, lo había decorado con un mosaico de tema marinero. Imagino que la realidad no será tan sencilla, pero es claro que era otra época, una de ordeno y mando y donde todo era posible,
Cuando llega la fecha de la Santa Faz me acuerdo de aquel Almirante tan especial y de aquel sobrino ya fallecido que me contaba sus historias.
Cada vez soy más partidario de la
teoría del caos, doblar la primera esquina sin saber si esa calle me llevará a
donde quiero ir, ver la película que aparececomo sugerida tras teclear una palabra al azar, o leer un libro sin
saber nada del autor ni del argumento. Se supone que la cultura (eso que
enseñan en la escuela) te da una base pero es el azar lo que la consolida y
pone travesaños en la escalera que subimos. No puedo decir que esta forma
caótica y caprichosa me haya servido de mucho pero tampoco que me sienta
defraudado. La mejor película que he visto es Nebraska de Alexander Payne, así
es como la conocí.
Hace poco he leído un libro dos
veces "Una roja sola" de Muriel Barbery, es algo que no suelo hacer y quizá esta
novela no lo merezca. La hija de un hombre rico al que no conoce viaja a Japón
a la lectura del testamento. El personaje es algo huraño, pero receptivo a ese
nuevo país y a la gente que conoce. El lenguaje es poético, el ritmo lento, las
frases lapidarias. Me gusta las descripciones poéticas porque enriquecen la
realidad. Hoy es un día frio y lluvioso, y tras leer el libro me viene la frase
un “sudario de tinta” que usa la autora.
Desde pequeño me gustan las historias de buenos y malos, donde el malo es malísimo y el bueno alguien con quien identificarse. Parece pueril y sí, lo es, pero las historias no son la Historia, ni pueden serlo. Algo de lo que pasa hoy día me hacer recordar LA GUERRA DE CHARLIE WILSON, protagonizada por Tom Hanks.
En esta película se cuenta cómo los afganos recibieron ayuda gracias a la labor de este congresista, y se da a entender que es a ayuda fue decisiva para cambiar el final de la guerra, pero el carácter secreto de la misma hizo que los afganos no la agradecieran y derivara en lo que todos conocemos.
Las noticias de prensa me hacen pensar todos somos un poco Charlie Wilson, ayudando de una forma tan secreta que ni lo sabemos.
En Linkedin un secretario judicial, ahora llamados letrados de la Administración de Justicia se queja amargamente de que la gente ponga demandas y reflexiona sobre la necesidad de limitar las mismas o bien de poner tasas judiciales. dice que la gente se ha acostumbrado a usar los juzgados como una gestoría.
Evidentemente no le he replicado nada, en esta vida nunca se convence a nadie de nada de lo que no quiera ser convencido...., y yo no regalo mis argumentos más que a quien quiero. Pero pienso que este buen señor ni sabe lo que hace una gestoría ni entiende que si el Estado se reserva el monopolio de la jurisdicción (decir derecho) debe ser consecuente con dicha función que lo legitima.
Curiosamente si le debes dinero a la Administración, sea del nivel que sea o a cualquiera de sus múltiples órganos, estos no van al Juzgado a reclamar, tienen capacidad ejecutiva; pero si eres un ciudadano y quieres reclamar a quien te debe tienes una reserva de jurisdicción para el Estado, algo que a algún funcionario parece que le molesta.
Otra cosa y en eso le doy la razón al buen señor, es que el ciudadano medio haga dejación de la función vital más elemental (responsabilizarse de su vida) y crea que el Estado es su última salvaguarda de todo. Recuerdo el director de un banco que consiguió que un Juzgado le devolviera los intereses de su clausula suelo, contratada con su propio banco, por abusiva y "falta de transparencia", imagino que este bancario hacia verdad aquello de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.... pero frente a la caradura y la estulticia ninguna tasa judicial va a desincentivar de poner una demanda, especialmente cuando el legislador y el poder judicial le dan la razón
Me pide mi hermana que recuerde
la casa de Torrevieja, aquel casón de nuestra infancia con sus incontables
habitaciones, recovecos e incluso lugares perdidos, como la casa del chófer
sobre el garaje, aquella habitación misteriosa, sobre la cochera, con su tejado
caído que impedía abrir la puerta, y en la que crecía la maleza. Una casa con nombre propio "Sol Mar", sita en la Avda. de la Purísima 35. Y aunque no suelo pensar en Torrevieja, ni en aquellos días, quizá cumplir años sea una buena excusa para visitar, quizá por ultima vez, un mundo, el de la infancia del que todo adulto es un exiliado.
El tiempo oscurece a veces los recuerdos
hasta casi hacerlos olvidar, pero también es cierto que yo fui un niño que apenas veía, con unas gafas gruesas que cuando se rompían, y pasaba a menudo, podía tardar meses en volver a tenerlas. Quizá por eso mis recuerdos sean más olores y sabores que imágenes.
Recuerdo el sabor del agua de mar, el olor del jazmín, la textura de la arena o incluso el tacto cortante de las palmeritas que cuidaba mi madre en la terraza. Recuerdo el sabor de la sangría, de los mejillones con cebolla, del arroz de mi madre; el de los dulces y el de la mistela. Recuerdo el sonido de la feria, con sus atracciones y su tómbola, el olor de las palomitas y del algodón dulce. Recuerdo el calor, y el agobio de vestirse formal tras semanas de estar en bañador y camiseta para ir a la feria de mi otro pueblo, o a misa, o de visita. Recuerdo la pesadilla de la mudanza, la de ida y la de vuelta, con los cinco hermanos embuchados en la fila trasera de un coche.
Sin duda Torrevieja con su seseo y hablar dulce y
con su guagua y sus habaneras tenía algo especial y tropical. En Torrevieja el autobús no
era autobús era la guagua, y el festival de habaneras con izada de bandera de
Cuba y visita del embajador de la satrapía caribeña era el hito del verano que marcaba parte de la vida cultural.
Era y es un
crisol de pueblos y culturas sobre un trazado rectilíneo que mira al mar, un trazado marcado sobre las ruinas de aquella primera Torrevieja que en 1829 desapareció
por un terremoto.
Mi recuerdo más antiguo es de la playa llamada del Cura donde una ola del mar me sorprendió y me empapó del todo, yo
iba vestido de domingo y no sé qué edad tendría pero era lo suficientemente
pequeño para casi no andar, recuerdo que me izaron en seguida y me arroparon
con un toalla. Me recuerdo llorando por ese "capusón" involuntario, con ese llanto desconsolado de la niñez que
no admite consuelo, que simplemente se pasa.
Desde los tres meses hasta los 22 años Torrevieja fue el destino de mis vacaciones. Mi otra casa.
Lo que más recuerdo, como la
madalena de Proust, es el olor de Jazmín de sus noches que inundaba el patio de
la casa. Es un olor que siempre asocio al verano, e incluso no sé porqué a las
terrazas de los cines de verano. La casa era inmensa, algo admirable en si
misma, con sus puertas con aldaba, su pasillo, sus habitaciones inmensas, su escalera en el patio…..
Torrevieja era, en cierta forma, el
destierro; una ruptura de la vida cotidiana, un no tiempo de días iguales, y
repetitivos; era, también, el sabor de la sal en la piel de sus baños de mar,
la manchas de chapapote de la arena que no saltaban con la ducha, las púas de
los erizos en las plantas de los pies, y las sandalias de cangrejo. Era los polos de hielo del carrito de
los helados que te destrozaba la lengua y los kioskos a pie de playa con su hileras de libros de bolsillo de
Bruguera y de Plaza y Janes. Era los madrugones en aquellos días en que había que
ir a la Mancha (el destierro dentro del destierro) o a la Escuera a limpiar un
terreno de saladar, que las lluvias terminaron anegando.
Torrevieja era y fue también mi abuela
a la que solo veíamos en esas fechas porque era cuando “nos tocaba”, con su
eterno "malecico" en la nariz, su humildad y su ternura; y, también, era mi madre con sus batas
veraniegas, con su charlas de vecinas, con sus recados y sus “mandados”. Y era también
mi padre, ausente casi siempre, siempre exigente y ocasionalmente hacedor de
estrellas en la mirada con el golpe certero y duro y el terror, el dolor y el
llanto del niño que fui al que se pega porque era malo y sin duda lo merecía. Ese llanto desconsolado de la niñez que no admite consuelo, que simplemente se pasa.
Ya no existe aquella Torrevieja, y no la añoro, no ha sido esta vez un terremoto sino el turismo, el desarrollo y la
inmigración los que sobre sus solares han levantado una nueva ciudad, con sus
modernos edificios y su paseo marítimo, que ha desplazado la de mi infancia.
Sus playas ya no tienen chapapote, y su crisol
de razas y culturas ha cambiado, ha mutado, otros han venido del sur y del
este. Otras lenguas y otras razas. Hoy,
por ejemplo podéis asistir al festival de cine ruso más importante fuera de
Rusia, pero si vais no me busquéis en sus calles. Para mi Torrevieja, con su luz y su alegría, con su mar y su jazmín era y fue pero ya no es.
Mañana, día 10, cumplo la edad de don Quijote, o de Alonso Quijano en la primera parte del Quijote.
No le doy importancia a la edad, creo que a los ocho años me paré y de ahí no he salido. Una vez leí que en esta vida lo realmente importante es decir Hola cuando uno llega, Adiós cuando uno se va, avisar si no puedes comer en casa, y tomar un vaso de leche con galletas para merendar.... yo lo cumplo a rajatabla salvo que no tomo leche, no al menos de forma voluntaria ni por gusto.
Decía el poeta, Gil de Biedma que cumplir años es como aprender a bailar: adaptar los movimientos y los andares a un ritmo diferente, y por alguna oscura Ley del destino ese ritmo es cada vez más lentito.
No me apena cumplir años. Tampoco creo que sea un fin en si mismo, la clave como en todo no es el tiempo si no lo que hagas con él.
Mañana cumplo la edad de don Quijote, y ¿Qué edad es esa? 49 años ("Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años")
Hicimos un expurgo en casa, recogiendo todos los libros que teníamos duplicados y en buenas condiciones y los apartamos. La idea era llevarlos al Hospital y dejarlos en la mesa para libros de lectura de enfermos y acompañantes. Pero al llegar la pandemia aquel proyecto se truncó. Durante dos años mis libros han estado en un par de bolsas esperando su destino. Por el covid ya no se puede llevar libros al hospital y me parece razonable.
Cada día, desde hace una semana, voy dejando un libro, solo uno cada vez, en el banco que hay enfrente de mi despacho, son ediciones de tapa dura en unos casos, de rústica en otros, y como he dicho todas en buen estado.
Cuando salgo de trabajar el libro ya no está.
Quiero creer que quien lo haya recogido lo sabrá valorar, quizá lo lea ahora o lo reserve para un futuro, quizá en algún momento lo vuelva a dejar para otro lector o bien al contrario lo atesore con la avaricia que todo lector ha sentido alguna vez. Pero que quiera creerlo no significa que la fortuna del libro no haya sido otra y quizá se vea arramblado en un contenedor o destrozado por un coche
En todo casó Steinbeck, García Márquez, Pablo Neruda, Marguerite Yourcenar, Federico García Lorca son algunos de los autores que puede que en estos momentos estén siendo leídos con la ilusión con que lo hice yo una vez.
De alguna manera, como dijo Javier Marías todos hacemos nuestra biblioteca de los libros de otros.
El
caso actual de la crisis en el Partido Popular, que no sé si es hoy muy popular
pero sí que está partido, me recuerda algo de lo que no se está hablando demasiado:
la doctrina de la prueba prohibida.
El
PP dice que alguien le dio traslado de una información que por los datos
fiscales y bancarios que contenía solo podría haber salido de una institución pública y por tanto vulnerando la privacidad de la persona y la protección de los datos.
A
raíz de ese informe con datos de terceros obtenidos de forma irregular por la
persona que se lo facilitó, el partido pone en marcha una investigación interna propia de Mortadelo y Filemón, que bloquea la celebración del
congreso del partido en Madrid y termina
saliendo en los periódicos y haciendo estallar una crisis de sainete, pero de
consecuencias imprevisibles.
No
sé el fondo de verdad ni de lo que se cuentani de lo que se intuye, pero hay un razonamiento que me pone nervioso:
¿por qué el partido no denunció?Es
claro que la prueba obtenida ilegalmente no puede prosperar y todo lo que de
ella deriva está viciado y no puede ser acogida por los tribunales.
A
veces en los juicios de divorcio uno quiere que aporte los extractos bancarios
del otro, cartas del banco que llegaron al domicilio cuando su destinatario ya no
habitaba y que el cónyuge abrió sin permiso y de las que pretende valerse. A
veces las policía pregunta a un detenido sin haberle leído sus derechos y
pretende usar esa información . En ocasiones los agentes entran en una vivienda
con permiso del dueño (un familiar) pero no de quien habita en exclusiva y
quieren usar lo obtenido como prueba. Son todos ejemplos de prueba prohibida que puede derivar en responsabilidades de diversa entidad.
La
doctrina de la prueba prohibida es de origen estadounidense: de un árbol
envenenado solo se puede obtener manzanas envenenadas, también se la conoce como la teoría del árbol
podrido y en España está reconocida constitucionalmente desde 1984 a raíz de
una sentencia que un año después tuvo su plasmación en un artículo de la LOPJ, el 11 que dice
“En todo tipo de procedimiento se respetarán
las reglas de la buena fe, y no surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa
o indirectamente, violentando los derechos o libertades fundamentales”.
Si hay un rey en la historia de España que merece ser recordado es sin duda Jaime I, conquistador de dos reinos, pues no en vano su nombre es el mismo que el del Santo Patrón de España Santiago.
Movido por esta convicción me metí de lleno en la lectura de la novela El Conquistador de José Luis Corral. 700 páginas apasionantes que me han acompañado en mis horas de desvelo.
Del autor recordaba con pena no haber leído su vida de El Cid que estaba por mi casa pero para la que nunca tuve ocasión. Curiosamente en esta novela he descubierto que la espada de Jaime I era la Tizona, de igual nombre que la de El Cid, y que quizá fuera o no la misma, nunca se sabrá.
("[...] cuando señoras son sus hijas de Navarra y Aragón. Hoy los reyes de España sus parientes son", así termina el Cantar del Mío cid, sabemos que existía vinculación entre ambos a través de la hija de Cid María Rodríguez y el recuerdo del castellano debió de estar muy presente en la toma de Valencia)
El estilo de la novela es ameno aunque no perfecto, lo mismo despacha en dos líneas una batalla que se tira una página larga para comentar con inusitado e innecesario detalle un escarceo amoroso (por usar un término romántico aunque inexacto) del rey con una joven doncella.
Novelar una vida es siempre difícil, porque no suelen responder a una estructura típica de planteamiento nudo y desenlace, y porque las personas no solemos ser precisamente coherentes ni consecuentes sino repetitivas, aburridas y contradictorias.
Aceptando estos condicionantes embarcarse en la vida del viejo rey, longevo en años y en reinado es sin duda apasionante aunque las reseñas del libro por alguna ignota razón parece que se centran en remarcar y cito literalmente "imprescindible para comprender la configuración de la España contemporánea y rebatir, con el rigor del relato histórico impecablemente documentado, el mito independentista de la mal llamada «Corona catalano-aragonesa»". (¿?)
Tras leer el libro y como habitante de territorios que fueron de la Corona de Aragón (que no del reino) no entiendo por qué aparece esa frase en la reseña del libro.
No la veo ni pertinente ni justa para el libro ni para el Rey.
Evidentemente las coronas que compusieron España, bien fuera la de Castilla o la de Aragón, no se limitaban a los reinos de homónimos: la de Castilla incluía reinos distintos como el de Galicia, León, Jaén, Murcia Granada, posteriormente Navarra, por no contar con diferentes señoríos como los vascos, la de Aragón incluía Aragón los condados catalanes, posteriormente Valencia y el Reino de Mallorca, además de otros en Italia)
Jaime I fue un rey que amaba Cataluña de la que llegó a decir que era el mejor reino de España (sí, le llamó reino aunque no en un sentido jurídico sino como hoy hablamos de país sin referirnos a un Estado) y la lucha contra los musulmanes la enmarcaba en un salvar a España, que parece confirmar que sí existió un sentimiento de reconquista (mal que le pesara a Ortega y Gasset), y parece que tenía cierta inquina a Aragón por lo mal que se lo habían hecho pasar en varias ocasiones.
En todo caso, como buen rey de su época tenía un sentido patrimonial de sus dominios y en el libro se pierde la cuenta de la cantidad de veces que cambió de testamento fragmentando sus dominios entre sus hijos.
Creo que esta novela es un libro recomendable para entender la Edad Media Española y el sentimiento de cruzada de aquel rey educado entre templarios. Sin duda, leer novela histórica sigue siendo, para conocer la historia, la mejor manera de "instruir deleitando".
De niño, muy de niño, en el colegio solía leer textos de de una novela con el nombre de su personaje, Alfahuí que aparecían en mi libro de lecturas Senda. Fragmentos sin contexto, algo fríos e impersonales. El nombre, Alfahui me atraía, pero ni tenía la edad ni los recursos para leer aquel libro.
Años después, mis profesores de literatura comentaban de otra obra del mismo autor, El Jarama, que era una novela en que los personajes hablaban como la realidad, como si alguien hubiera puesto una magnetófono decían, y la elogiaban moderadamente. El título y el autor quedaron archivados bajo una etiqueta, novela social, en el anaquel polvoriento de los recuerdos.
Hace poco leí, sin una razón aparente, El Jarama, lo leí con todas las precauciones y con no poca pereza inicial. A fin de cuentas el realismo en el habla o la temática social no me parecen un género en si mismo sino una mera condición de cualquier libro actual, y del autor Sánchez Ferlosio solo sabía que había sido un adicto a las anfetaminas .
Sin embargo lo que la novela rezuma, más allá del objetivismo del estilo, o de la etiqueta de novela social es dignidad. Dignidad en el habla de los diálogos y en el estilo de la narración, en los personajes y en la historia de sus vidas, vidas normales y anodinas.
Es cierto que en la narración aparece el hecho triste y luctuoso de una muchacha que se ahoga en el río. Es un dato que se resalta en las diferentes reseñas del libro pero no creo que ese aspecto sea algo determinante de la novela, aunque sin duda sea trágico.
La muerte está contada de forma muy serena sin restar dramatismo ni gravedad. Con esta, reflexiona el Juez que acude a levantar el cadáver, son ya nueve las personas ahogadas en este río, no, se corrige, ocho, la otra fue una chica que tiró su novio desde el puente. (cito de memoria) Esta frase para mi es más dura y reveladora de la naturaleza humana que el pobre destino de la desprevenida bañista.
Quienes vivimos en zonas de costa, o cerca de embalses y trasvases conocemos desde siempre historias de ahogados (normalmente "madrileños", o sea: de fuera) que se metieron sin conocer el mar, las aguas o las corrientes; historias con que las madres amedrentan a sus retoños casi tanto como con el temido corte de digestión.
El Jarama es una novela coral, contada con buen gusto, que hace gala de un dialogo rico en expresiones y sin duda popular, pese a la carencia absoluta de tacos y malas palabras tan propios de nuestro idioma.
El eje sobre el que giran las historias es la taberna a la que acuden para pasar un día de domingo.
Lo he medio leído y medio escuchado enaudiolibro que son 20 horas de audio mientras que el lapso temporal que abarca es de 16 horas. Casi se podría decir que está contado en tiempo real, aunque evidentemente no es así.
Tan buenas sensaciones me dejó la novela que me ha llevado a profundizar en el autor y de ahí a adentrarme en las andanzas de su familia.
Y como el hilo del ovillo de Ariadna, estas pequeñas pesquisas me han llevado por un pequeño laberinto de historias tan apasionantes como las de muchas novelas, y por supuesto más entretenidas que la historia de un día de domingo en el Jarama.
Rafael Sánchez Ferlosio aparece en diversas entrevistas en youtube, como un hombre mayor, algo desaliñado, con una corbata negra demasiado estrecha en un cuello demasiado ancho para abotonarse el cuello. Al parecer consideraba que sus ensayos eran mejor que sus novelas que no valoraba en demasía lo que quizá no fuera más que la vanidad de un autor que ve postergados a hijos más queridos por uno fruto de su juventud.
Sánchez Dragó, excelente conversador, le pregunta por el consumo de sustancias y ambos rememoran con nostalgia los días en que las podían comprar en la farmacia...
De su primer matrimonio con Carmen Martín Gaite tuvo dos hijos, un varón que murió con pocos meses y una hija que joven murió del sida que habia contraído por el consumo de heroína. Se le ve en las fotos siempre con corbata negra en recuerdo de aquella hija. Imagino que no cabe dolor mayor que perder a los hijos ni mayor culpa que la de seguir viviendo.
Su padre fue el conocido falangista Sánchez Mazas, autor de parte del Cara al Sol y del saludo Arriba España, y cuya historia, en parte, nos cuenta Javier Cercas en su novela, luego película, Soldados de Salamina.
Este Sánchez Mazas, que habia aprendido a admirar el fascismo en la Italia de Mussolini donde conoció a su esposa y de ahí viene el apellido Ferlosio de sus hijos, debió quedarse sorprendido de que sus hijos fueran tan alternativos. En todo caso parece que la relación con ellos no fue mala, aunque es difícil escudriñar en las intimidades de las familias.
Un hermano de Rafael, al que su padre tuvo la ocurrencia de ponerle JOSE ANTONIO JULIO ONESIMO, nombres todos de honda raigambre falangista y carlista, pero que se hacía llamar "Chicho" es sin duda lo más exótico de la familia.
Chico fue cantautor antifranquista en los sesenta y militante comunista que desengañado tras un viaje a Albania viró al anarquismo.
Se puede encontrar en Youtube una película documental de 1981 de Fernando Trueba sobre este Chicho en que se le ve como un hombre especial, de conversación fluida y quizá brillante a su manera. Le vemos exponer un proyecto de crear un silabario total del castellano a partir de una máquina calculadora que habría que adaptar (y aunque no sepamos para qué sirva un silabario esa inquietud plasmada en un proyecto de ocho páginas da que pensar). También se ve su faceta de creador de juegos de mesa elaborados en cartón y a mano y relatar su dinámica ante la presencia y mirada inexpresiva de Fernando Trueba; y, por supuesto, lo vemos ganarse la vida como cantante callejero.
Chico fue una persona con talento especial, capaz de leer en latín textos del siglo XVI, pero a fin de cuentas una persona hoy casi olvidada, con pocos dientes y una estética de indigente. Al parecer su cuñado decía de él que habia venido al mundo con todos los elementos de serie de un sabio del renacimiento. Viéndole uno no puede menos que acordarse de la parábola de los talentos.
Hay otro documental, este de pago y fechas recientes, de David Trueba en que cuenta la historia de un disco de canciones antifranquistas que grabaron en cassette en el lavabo de su casa (la única habitación sin ventanas a la calle ) unos estudiantes suecos y que se editó en Suecia y al parecer tuvo mucha repercusión. Una historia de película que la primera mujer de Chico apostilla con un datos curioso: un día, bastante tiempo después, unos suecos aparecieron y para sorpresa de ellos les pagaron derechos de autor....
Frente a la brillantez de este hombre excéntrico, medio marginal y olvidado, descubro que un sobrino de Rafael y de Chicho y nieto del Sánchez Mazas ministro de Franco es el "periodista" Máximo Pradera, persona humana (por utilizar la terminología del programa en que participa) a quien personalmente no le veo la gracia aunque sí la cultura, y cuyo talento si lo hay queda enmascarado en el histrión que a veces representa o quizá en la arrogancia que destila.
Javier Cercas en su libro Soldados de Salamina nos cuenta como en la guerra civil española Sánchez Mazas salvó la vida por la piedad de un miliciano republicano que no lo quiso denunciar. y esto es un pequeño ejemplo de ese efecto mariposa que es la vida entera. Si hubiera muerto su legado (escritores, cantaautores, periodistas ...) no hubiera existido ni yo habría escrito esta entrada.
"Valle Inquietante" es un libro de Anna Wiener, breve y ameno, donde la anécdota es el argumento, y cuya lectura me ha generado una sensación ambivalente.
La teoría del Valle inquietante hace referencia a una premisa peculiar: cuando un objeto se parece a un rostro o cuerpo humano genera una cierta simpatía/empatía, un sentimiento de cercanía (imaginemos un peluche) pero cuando este parecido es cada vez más realista y elevado cualquier pequeña disfunción no esperada nos produce una sensación creciente de rechazo hasta la repulsión. Se suele poner como ejemplo de esta repulsión el androide con rostro casi humano pero inexpresivo que empieza a realizar gestos repetitivos o incomprensibles, una imagen vista enésimas veces en el cine o la televisión
Esta teoría en mi caso explicaría por qué siento auténtico pavor por las "muñecas de porcelana", tan aparentemente humanas y tan vivas y a la vez tan inquietantes como muertas.
En el libro, Wiener no hace referencia explicita, al menos no lo recuerdo, a esta teoría psicológica. Quizá simplemente lo dé por supuesto o, lo que es más probable, juegue con el sentido de valle y evoque además o solamente a Silicon valley, el valle de las nuevas tecnologías por excelencia, el mito de nuestros tiempos, tan parecido a cualquier otro sitio y a la vez tan ajeno.
En su libro Wiener nos cuenta su historia personal en busca de una salida laboral satisfactoria.
Anna se nos presenta como una muchacha joven e inocente a la que le gusta la literatura, y por ello como corolario lógico empieza a trabajar en una editorial de Nueva York, un trabajo glamuroso que le supone ganar muy poco y tener que compaginarlo con trabajos poco cualificados para poder sobrevivir. Además de mal pagado el trabajo conlleva adoptar una pose de intelectual e ir a cócteles y presentaciones de libros, llevando vestidos elegantes y caros que apenas puede permitirse, donde quienes asisten son compañeros que pasan los mismos apuros económicos que ella en una especie de teatrillo compartido.
Un día Anna decide responder a un anuncio de una empresa que pretende ser el NETFLIX de los libros, no sabe nada de tecnología pero si de libros y tras una entrevista poco exigente la contratan.
Los socios, muchachos jóvenes y ambiciosos, la forman, le enseñan, la apoyan y finalmente, cuando constatan que está "más interesada en aprender que en hacer", la recomiendan a otra empresa en que pueda encajar mejor.
En esta otra empresa, de BIG DATA, en San Francisco, a donde se muda (he aquí el famoso valle) le enseñan, la forman, le animan, y gana dinero. Su trabajo consiste en dar soporte técnico a los clientes: localizar el problema y ayudarles a resolverlo. Evidentemente para ello precisa entender de código y de jerga técnica.
No será el único trabajo que tenga y el estar en San Francisco le permite conocer este mundo naciente, encontrar pareja, y estar cerca de las empresas y el ambiente laboral y social de quienes trabajan en estas empresas pujantes.
Anna nos describe lo que a muchos nos parece una realidad paralela: tú puedes elegir cuanto ganas, poner tu horario, e incluso tienes la opción de "vacaciones ilimitadas". Un mundo en que predominan los hombres, frikis, y donde las mujeres buscan dificultosamente defender su espacio y abrirse paso.
Al contarnos su historia, con un cierto estilo quejoso, uno puede imaginarse a sus lectores (lectores de libros) dándole la razón a Anna:
- pobre muchacha en un mundo tan masculino,
- qué barbaridad que las mujeres cobren menos que los hombres si pueden elegir su sueldo,
- qué barbaridad esa gente que vive para su trabajo, bárbaros en efecto que no valoran la cultura sino solo la tecnología
- qué injusto que las nuevas tecnologías generen esos sueldos tan alejados de la "calidad" de esos chavales que con tan poca edad ganan tanto con tan poco esfuerzo,
- qué injusto que esta chica gane tanto aquí pese a los dilemas morales (por no decir algo peor) del big data y en su etapa de editorial, de actividad cultural, ganara tan poco,
- qué poco se valora la cultura y cuanto la tecnología...
No he podido leer el libro sin sonreírme. Estos son los tiempos nuevos, que me recuerdan el particularismo del que Ortega tanto hablaba, solo que ahora no somos ya personas, si no meramente un constructo cultural, a la vez y paradójicamente que nos definimos (al menos en ese país y en este tiempo) no por nuestras decisiones sino por nuestra condición biológica y accidental de hombre, mujer, joven, mayor, hispano, asiático, blanco, etc.
Creo que si dieran un premio al victimismo, al lloriqueo, y a la paradoja entre lo que se cuenta y lo que siente quien lo cuenta, este libro debería al menos estar nominado.
Hoy Wiener se gana la vida escribiendo artículos que reflexionan sobre las nuevas tecnologías y la sociedad. Conoce a su público sin duda y este espera de ella lo que este libro ofrece.
Lo recomiendo por divertido y bien escrito siempre que se lea con el mismo espíritu crítico que ella aplica a las empresas en que ha trabajado. También lo recomiendo, por supuesto, si uno solo desea ver reflejado sus particulares temores milenaristas ante este nuevo fin de los tiempos y cargarse de razones.