Dialogo


Dialogar implica al menos siempre dos personas, al menos dos puntos de vista.

Cuando dialogas, si lo haces de buena fe, de forma honesta (como hay que hacer las cosas) estás reconociendo al otro como un igual, alguien que merece atención, al menos como la mereces tú, y como ser racional, como persona susceptible de entender y seguir tu hilación mental.

Esto tiene dos implicaciones: le reconoces como igual y como dueño de sus opiniones y del derecho a cambiarlas o no. Y lo que es ciertamente más relevante: te reconoces tú mismo como su igual  y como dueño de tus puntos de vista y del derecho a cambiar de ideas, conservarlas o adaptarlas. Igualdad, libertad y propiedad son condiciones de la vida humana, de la vida biográfica única e individual.

Por ello no debes pedir que te den la igualdad, sino que no te la quiten, no debes pedir libertad sino evitar darles poder para que te priven de ella, y debes defender lo tuyo, aunque sea simplemente la dignidad.

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