Círculo virtuoso

La Guerra Civil terminó en 1939, el año que nació mi madre. De mi abuelo no sé demasiado, cuatro cosas dichas en voz baja por su hija que lo adoraba. Al parecer fue un hombre reservado que murió antes de tiempo. Nunca hablaba de la guerra. Tuvo la desgracia de vivir en la provincia que más tiempo fue República, aquella en que la guerra duró más. 


Aun hoy me sorprende que el recuerdo de la guerra marque a tantos. Mi abuelo salvó la vida de milagro, un día los milicianos, quizá comunistas, quizá anarquistas, lo cogieron para darle el paseillo junto a otros. La intervención providencial de un amigo lo salvo, “Pero chicos, si es Jeromo” parece que dijo, y lo sacó de la fila. Mi abuelo huyó, se escondió en su casa y luego en la Sierra de Orihuela, como antaño habían hecho los guerrilleros y los bandoleros, en especial el desdichado Jaime Alfonso el Barbudo. 

La guerra en Alicante fue cruel. Mi abuela fue tratada de fascista por tener un cuadro de la virgen en su dormitorio. En el pueblo, había, al parecer, un personaje que cortaba las orejas a aquellos a los que los milicianos daban el "paseillo" y las ensartaba en un alambre. Cuando las tropas de Franco tomaron el pueblo se lo llevaron “madre, que nos lo matan” parece que dijo su esposa a su suegra, “hija, ¿y qué esperabas?” le contestó aquella madre que había visto a su hijo convertido en un monstruo…. 

Tenía yo 17 años cuando aguardaba sentado en la capilla mi momento de la confirmación, a mi lado, por apellido se sentaba un compañero, familia lejana pero no amigo. Su testigo era su padre como el mio era mi madre. El padre de aquel compañero,  antes de empezar la ceremonia, le preguntó agradecido a mi madre si sabía que su padre, Jeromo, había salvado al suyo: cuando los nacionales lo cogieron para fusilarlo, mi abuelo al verlo lo sacó de la fila y se lo llevó. 

Allí, sentados estábamos dos generaciones que podríamos no haber estado por la sinrazón de unos y otros, pero que nos hallábamos gracias a una especie de círculo virtuoso. Aunque no conocí a mi abuelo, en cierta forma, me siento orgulloso de él. 

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