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Mostrando entradas de mayo, 2020

DIVERSION CON BANDERAS

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Una de las mayores peculiaridades del ser humano es que es capaz de emocionarse con una bandera, un mero trozo de tela, un símbolo que alegra o entristece, que amas o repudias. España tiene varias en su dilatada historia. La actual, la rojigualda, se denomina casi desde el primer momento "bandera nacional". La tricolor o republicana fue un ejemplo de error intelectual, pretender reducir el todo a una parte, la nación a una concreta y contingente forma política, por eso se la denomina republicana olvidándose incluso que solo lo fue de la segunda. Sin embargo la de las aspas de Borgoña, de origen extranjero (como, por otra parte lo es la propia palabra "español" con esa terminación tan ajena a nuestra lengua) todavía tiene gran predicamento, si bien en este lado del atlántico demasiado vinculada a los carlistas. Nuestras dos grandes banderas han dejado huella, a veces expresa a veces soterrada en numerosas enseñas. Incluso la bandera de Argentina tiene raíc

De dioses y hombres

Hace unos años me puse en contacto con un filósofo argentino que había escrito un libro sobre el cine y la filosofía, el profesor  Zanotti , como pasa tantas veces con los libros en papel, estaba ya descatalogado y no se podía encontrar fácilmente no al menos en España. Pero amablemente me envío el libro en archivo de texto.  El libro es apasionante pero en uno de los capítulos, con motivo de una película de Wood Allen, reflexionaba sobre la demostración de la existencia de Dios desde un punto de vista filosófico, pretendidamente diferente al teológico. No dejaba de ser una nueva exposición del argumento ontológico de San Anselmo: puesto que el concepto de Dios es el del ser necesario con todas las perfecciones y la existencia es una perfección, el concepto de Dios, en la medida en que existe como concepto conlleva la propia existencia Dios, ergo Dios existe.  Me sorprendieron dos cosas: que se pueda exponer en serio ese argumento y que se parta de un concepto unívoco de Dios. Defe

De los escraches

Una vez tuve un libro que intercambié a mi hermano  por otro, que no recuerdo, y este lo regaló a una que fue su novia; lamentablemente el recuerdo de un buen libro dura más que el de una novia hermosa.  Nunca volveré a desprenderme de un libro que me guste… porque este no lo he vuelto a encontrar… Se llama TODO LO QUE REALMENTE NECESITO SABER LO APRENDÍ EN EL PARVULARIO. Había en él una reflexión en que hablaba de unos salvajes en una isla perdida del pacífico que cuando querían cortar un árbol se ponían a sus pies y empezaban a gritar, a insultar y a  mi rar con odio…. el árbol, triste y dolorido, moría de pena y caía al suelo “¿qué tontería?” “¿ verdad?” decía  el autor y continuaba: pero ahora pensad en vuestros a mi gos, fa mi liares, vecinos y conocidos, probad a gritarles, a insultarles y a  mi rarles con odio ¿no hay algo que muere en ello?…(cito de  memoria  porque el libro no lo tengo...)  Vivimos tiempos de desafecto, en que lo importante es que no gritemos, no insultemo

Pequeñas confesiones

De pequeño tuve una sobreexposición a determinado tipo de música hoy muy denostada, si sumase las horas de escucha atenta enclaustrado en la parte trasera del coche de mi padre , quizá sumara  algún  que otro año. Sin embargo no todo depende del condicionamiento. Ya que si es cierto que cuando oigo un  fandango  de Juanito  Valderrama ( especialmente los de cacería) me invade un malestar casi patológico, por contra en lo profundo de mi ser está inserto la música de Julio Iglesias, y es que aunque no sea consciente de ello, todas sus canciones están grabadas en mi inconsciente. Hay una película de  Bardem  en que interpreta a un constructor muy mala persona que se casa con  Maria  de  Medeiros , y en un momento esta dice "quien me iba a decir que me iba a casar con alguien a quien la gusta Julio Iglesias". Mi mujer todavía se desternilla cuando lo recuerda. He aquí un secreto inconfesable  

La Peste

Era como una gripe, pero algo más fuerte, nos decían. Las mascarillas ni hay ni falta que hacen, y en lo primero, al menos, tenían razón. Como en el verso de Machado el Lobo blanco del Invierno vino a llevarse a los viejos y los niños. Un día casi por sorpresa el telón bajó y llegó la noche, y con ella su oscuridad y sus horrores….. El miedo, la desconfianza, la muerte, la enfermedad, la soledad, la peste… Éramos felices y   no lo sabíamos, podíamos abrazarnos, estrecharnos, quedar, ir a bodas y a bautizos, pero de repente ni a funerales podemos ir. Recluidos en nuestra cotidianidad reducida han disminuido los delitos y los accidentes, pero no los muertos que crecen, y es una buena noticia ahora que solo mueran cien cada día, un día tras otro…