Apostando por la libertad

Todos sabemos que nuestra bandera tiene como antecedentes remotos la milenaria señera de la corona de Aragón y que su actual configuración data de la segunda mitad del siglo XVIII para diferenciar nuestra armada de las del resto de monarquías borbónicas.  Lo que se sabe menos es que fue en Cádiz ciudad liberal y cuna de nuestra primera constitución donde a resultas de su tradición marinera esta bandera era conocida y sentida como propia y se convirtió junto con la constitución en un emblema de libertad contra el invasor. No sería hasta más adelante cuando adquirió el rango de bandera oficial con Isabel II.  Este año se cumplen 200 años de nuestra bandera como un símbolo de libertad e independencia . Un bandera que junto con la constitución de 1812 deberíamos sentir como propia todos los españoles. En ningún caso es un símbolo monárquico puesto que fue la bandera de la primera república ni debe asimilarse al franquismo que si bien la adoptó como propia se alzó en armas con

No lo es, por mucho que parezca responsable de la fractura social de la que ha sido, eso sí, complice. Parece que solo él ha sido capaz de resucitar la idea de las dos Españas, una, la republicana, paradigma de lo progre, lo justo y lo bueno, y la otra la de derechas que huele a franquismo, cera de iglesia y humedad de lugar cerrado. No lo es tampoco de la crisis económica aunque ha ayudado con su receta del paraguas (gastemos el dinero, protejamos al débil con un paraguas de protección que ya escampara el mal tiempo por si solo) La culpa no es suya, es de todos y cada uno que haya votado cualquier cosa que no sea liberal: comunistas, socialistas, nacionalistas, conservadores, democratacristianos, alternativos..... (Aun recuerdo a Rajoy criticando la ayuda de los 2400 euros por hijo sosteniendo que en su programa él iba a dar 6000 euros). Todos esos que votaron "no (neo)liberal" son los culpables. Lo que también tengo claro es que Zapatero está entre las filas de los que nunc

La democracia es el único sistema ético de elección política, pero es absurdo pensar que el error compartido por la mitad más uno de las personas se convierte en acierto. La llamada "economía de bien común" es una de esas nuevas éticas para naufragos que ni son nuevas ni dejan de ser peligrosas por bienintencionadas. Imagino que el autor estará engrosando su cuenta bancaria vendiendo humo e imagino que a quienes compran ese humo les parecerá mirra traida por un rey mago. Nuevamente alguién destapa el engaño de los neoliberales, alguien vende esperanza a quienes no creen en la libertad. Estos buhoneros modernos confirman el viejo dicho de que los tontos y su dinero no están mucho tiempo juntos. Esperemos que por fin hagan un referéndum sobre qué es el bien común, pero que no me quieran hacer votar a mi ni pretendan obligarme a aceptar lo que decidan otros al respecto no sé bien con qué legitimidad.

Cuando supe de su fallecimiento, como muchos españoles me sentí en cierta forma huérfano, imposible no pensar en las palabras con las que el propio  filósofo describió su estado de ánimo cuando conoció la muerte de Unamuno iniciada ya la guerra. Dicen que cada época tiene a sus maestros, lo cierto es que algunos elegimos a los nuestros. Es lamentable que muchos no conozcan a este autor, español, católico, liberal, orteguiano... Algunos apenas si comentan que es curioso que "el hijo sea de izquierdas y el padre de derechas" (sic) , otros le conocen como "el padre de". Julián Marías ha sido uno de los grandes escritores, con profunda voluntad de claridad, y siempre leal a sus ideas y principios. Quedan sus obras pero sobre todo el ejemplo de una vida íntegra. Una vez me dedicó una frase que atesoro con egoismo "la lectura de Ortega es la mejor inversión intelectual" evidentemente creo que donde pone Ortega debería decir Marías (Marías padre, desde luego

REBELION DE ATLAS En esta obra se describe la culminación  de la estatización de los bienes y de las mentes en aras del colectivo. Estamos ante una novela de novelas, con multiples personajes y pequeñas tramas dentro de una obra grandiosa, una mezcla de géneros que cautiva más por lo que dice que por cómo lo dice. En todo caso la defensa de la libertad como derecho a plantarse, a no colaborar, a decir NO y a cruzarse de brazos es el tema argumental de Aynd Rand. Como los grandes libros lo mejor es que en cada relectura se aprecian nuevos detalles y nuevas ideas, pero lo peor es la calidad literaria quizá agravada por la pésima traducción argentina, al menos para un lector español. Es una novela de tesis que no convencerá al que discrepa de sus planteamientos pero a quienes compartimos sus postulados leer estas páginas, pese a su volumen y su traducción es toda una experiencia digna de recomendar.