Haciendo tiempo en IKEA

De IKEA hay muchas cosas que me gustan, pero sobre todo la filosofía de no atarte a las cosas, compras un sofá y tienen fundas que lo renuevan estéticamente cuando quieras, compras una librería y años después puedes comprar el mismo modelo o su heredero, para sustituir o ampliar.

No todo sale bien, es cierto, es una lata montarlo, también, pero cuando has tenido que deshacer varias casas, la de mi madre, y otros familiares te das cuenta de las cosas que acumulamos innecesariamente, de los muebles que no hacen ya papel, (todos tenemos casas ya amuebladas) y de cómo el tiempo afecta de forma cruel a las modas en decoración. No es por la calidad por tanto sino por esa idea de ligereza que me trasmite IKEA por lo que disfruto con sus productos. De hecho, dudo que su calidad vaya más allá del diseño y de la facilidad de montaje.        

Lo segundo que más me gusta son sus tiendas, sobre todo en días de labor y en horas tranquilas, ves a gente durmiendo literalmente en los sofás y en la cafetería tras degustar ese café gratis que sirven, y puedes recorre esos pasillos que van en un solo sentido haciéndote visitar todas sus dependencias. 

 

Y lo tercero, que me gustan son esos libros en sueco que usan de decoración, y que cuando los ojeas te dan la sensación de estar en un sueño, todo tan parecido y a la vez incomprensible, incluso hay letras y signos extraños y ajenos a nuestro simplón alfabeto español. 

 

Realmente, como alguien dijo, solo se aburren los tontos, pues hasta con algo tan "raro" como una tienda IKEA se puede uno divertir sin comprar nada, cuando tiene que hacer tiempo en una ciudad que no es la suya