El despertar de la Señorita Prim, una historia de amor


El despertar de la Señorita Prim” es una novela escrita con buen gusto y agrado. Dicen que admite diversas lecturas, como historia de amor y como novela de ideas, al modo de un palimsesto con mensaje más o menos oculto. Lo cierto es que es una gracia descubrir las referencias que contiene, a veces explicitas y a veces soterradas, dentro de lo que puede parecer una historia de amor.

Instruir deleitando” fue en un tiempo una forma de estilo muy común, Verne abusó de la misma y uno puede recordar las interminables páginas de descripciones en la travesía del nautilus o en su viaje a la Luna, descripciones tediosas y a la postre desfasadas, como todo lo científico o quizá como casi todo lo humano, que lastran hasta cierto punto la lectura. Algo parecido me pasó con El Mundo de Sofía....

Un día, hace unos meses desperté muy temprano y en el silencio de la madrugada decidí leer una novela de los años cincuenta que había heredado, junto a muchas otras, una novela de amor publicada y escrita para mujeres (Temores, de María Teresa Sese. 1952). 

Contaba la historia de una muchacha humilde pero instruida que al fallecer sus padres acepta un trabajo de institutriz en una familia complicada con dos hijos crecidos y dos pequeños, la hija mayor, frívola y egoísta, casada con un hombre dado a la bebida es a su vez madre, el hijo mayor, alegre pero epicúreo, es aquello que un tiempo fue llamado un crápula, pero los niños pequeños enseguida encajan con la institutriz encontrando en ella el cariño y cercanía que les faltaba en el continuo trasiego de institutrices.

Aunque inicialmente se encuentra una cierta reticencia a la hora de que la contraten, puesto que es bella y además no es francesa, las excelentes recomendaciones que le acompañan y la imperiosa necesidad ante la llegada del verano, les impulsan a aceptarla precisamente cuando la familia marcha de veraneo a San Sebastián. 

Ni que decir tiene que la trama argumental es mínima, y se basa en una explícita tensión amorosa (hoy diríamos sexual reduciendo lo humano a lo biológico) del yerno y el hijo mayor hacia la bella y honesta institutriz. Es precisamente la exposición a una personalidad íntegra y sólida lo que salva al yerno de la bebida y finalmente encauza su matrimonio, evitándose con ello que la esposa caiga en adulterio con un amigo de su hermano.

Como no podía ser de otro modo, y al modo calderaniano, el desenlace es dichoso para todos: el hijo se compromete con la institutriz, y la hija arrepentida vuelve con su marido que supera sus problemas. (Nihil obstat debió indicar el censor tras su lectura)

Busqué la historia de la autora en google ya que, en su sencillez, me había parecido admirable su estilo (siento debilidad por las obras menores) y me cautivaba la imagen de una escritora ganándose la vida en los años “oscuros” del franquismo contando historias de amor.... Mi indagación fue, sin embargo, algo decepcionante, la autora ya mayor en los ochenta había renegado de aquellas obritas que, consideraba, mantenían a la mujer en la ignorancia y la supeditada al esposo e incluso había escrito en vasco alguna obra en otro tono y con otro estilo. Me dolió ver cómo, en la entrevista que leí, despreciaba en cierta manera a sus lectores (¿lectoras?) y cómo parecía intentar hacerse perdonar renegando de sus obras.....

A los pocos días, y siguiendo una recomendación de un filosofo y escritor cuyo criterio respeto, me sumergí en “El Despertar de la Señorita Prim”. La historia de una muchacha que acepta un trabajo de bibliotecaria para un particular, labor para la que estaría sobrecualificada, que le lleva a sumergirse en un mundo alternativo: una especie de colonia experimental donde viven quienes en cierta forma rechazan el modo de vida actual. 

El empleador, hombre sabio y algo desordenado, es persona respetada que gana dinero con conferencias sobre lenguas muertas, con una biblioteca amplia y a disposición de los niños del pueblo a los que ayuda a educar de forma informal pero eficaz (yo debo de ser un padre realmente horrible o tremendamente torpe a la hora de educar .....). Los niños responden mostrando una curiosidad inaudita y leyendo y asimilando (además  de manchar de mantequilla) desde incunables (asi lo dice el libro, en serio) hasta novelas contemporáneas. Precisamente el caos que provoca tanta libertad es lo que hace necesaria la presencia de la bibliotecaria para organizar los libros cuidarlos y catalogarlos. El trabajo y sobretodo la exposición a la original y valiente perspectiva vital de los vecinos del lugar ayudan a la protagonista a aceptarse, reconciliarse con la religiosidad, sentirse parte de una comunidad que se ayuda y protege y reconocer el amor cuando se presenta, todo ello en lo que podríamos llamar ser fiel a uno mismo y su proyecto.

Como historia de amor es, con muchas salvedades de estilo y fondo, parecida a la primera, ambos libros están bien escritos, y debo reconocer que es un gusto leer una historia en que se habla de libros (las reflexiones sobre Mujercitas, y lo que son buenos libros y como unos llevan a otros, son entrañables) se resalta la importancia de las lecturas, el acercamiento al cristianismo (Tolkien y Lewis están muy presentes) y se muestra representado de forma coherente, lo que sería volver de forma voluntaria y conscientemene a una vida más tranquila primando lo humano y lo biográfico frente al modo de vida actual, tan impersonal y desenfrenado en horarios y exigencias.

Sin embargo, la primera obra con todos sus defectos y limitaciones me gustó más, me pareció más sincera (dicho con cautela), ya que es lo que es: una obra de género sin pretensiones con una moralina ambiental que puedes o no compartir pero que formó parte de las vigencias sociales del tiempo en que fue escrita.

El despertar de la Señorita Prim”, de alguna manera, me ha parecido una utopía al estilo de Walden 2, de  B. F. Skinner, en que lo narrativo se pone al servicio de una idea que el autor busca exponer. Pero de la misma forma que el futuro no puede dejar de ser liberal sin volver a alguna forma de primitivismo, el mundo que plantea no es un lugar en que me gustaría vivir (si acaso sí visitar) porque no parece compatible con la sociedad abierta que con todos sus defectos despunta, esa utopía de utopías que es la sociedad liberal.

No me parece mal que mis vecinos opinen sobre mi boda, que recauden dinero para ponerme un quiosco o un negocio de decoración, que conspiren para quitarme a mi asistente porque abuso de sus horarios, que los móviles o las redes sociales no parezcan existir, y tampoco me parece mal que practiquen la educación en casa para sus hijos.... pero precisamente aunque comparta sus sentido de trascendencia religiosa o su forma pausada e intelectual de afrontar la vida, puedo ser feliz con otros vecinos, en otro ambiente más urbano, más amplio, donde apreciar mi privacidad y despertarme un día cristiano y otro descreído, aunque el riesgo pueda ser la decepción, la soledad o la frustración.


En todo caso los personajes, las situaciones y el desenlace de “El Despertar de la Señorita Prim” no me parecen creíbles, no más que en Temores, y es que el “instruir deleitando” tiene evidentes limitaciones cuando se trata de contar historias y de crear mundos de ficción. Evidentemente en la medida en que la novela no es prescriptiva sino ilustrativa de que otra forma de vivir es posible no me arrepiento de haberla leído y eso ya es mucho.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué nadie me dijo nunca que El Jarama fuera una novela tan buena?

Lectura rápida y lectura lenta

De trolls, el bibliotecario y los cazadores de Libros