Haciendo balance


Hace años que no veo el video de mi boda porque casi del primer momento se llenó de ausencias sobrevenidas... hay tantos que ya no están que la felicidad de aquel día contrasta con el dolor de saberlos perdidos....., algunos eran cercanos y a otros apenas los conocía, como un niño, hijo de unos invitados, que murió al poco de una enfermedad que ya padecía. Todos pasaremos, pero no deja de sorprenderme que los vídeos y las fotos de alguna manera muten en recuerdo de ausencias.

Rafael Hidalgo en su cuaderno de bitácora, "Polizón y náufrago", descubre sorprendido que han pasado diez años desde que lo empezó, y como el verdadero viaje es el retorno, en los aniversarios quizá valga la pena marcar la pauta y hacer balance.

Marías hablaba de las actividades felicitarias, un concepto a recuperar lejos del utilitarismo. Deberíamos emplear la mayor parte del tiempo del que disponemos en hacer aquello que nos hace feliz. Los proyectos vitales son tan variados que no hay recetas universales, no hay planos sino brújulas en este afán que es la derrota de cada día. A veces escribir un diario, publicar un blog o pintar una pared, puede que nada cambien pero dan argumento al día.


Un viejo cuento de fantasía narraba la historia de un anciano, gruñón, huraño y mezquino que al morir descubre que el cielo es exactamente igual que la vida que vivió: triste, oscura y pobre. El ángel que le explica su nueva situación se la muestra feliz: hemos, le dice, reproducido su vida tal como usted la eligió hasta en las manchas de humedad del techo. Y cuando el anciano protesta le contesta: pero no lo entiendo, usted tuvo ocasión, dinero y medios de vivir otra vida y fue esta la que día tras día decidió vivir, ¿cómo quería entonces que fuera su cielo?

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