Cuento futurista
El bolso de la letrada comenzó a
emitir ligeros destellos cuando entraba en el edificio del Juzgado.
La abogada se dirigió hacia una de las mesas libres y activó el
modo despacho, aislándose de curiosos e indiscretos, dilató el
expediente, y marcó el aviso telemático recibido. Un sonrisa se
dibujó en sus labios, mientras el holograma de una cliente habitual
y ciudadana ejemplar se corporeizaba ante ella y exponía su consulta
“perdona que te llame tan pronto, pero necesito saber si ya os han
homologado con servicio doméstico, mi cocinera se ha marchado y he
pensado en tí” “ayer mismo se publicó la norma- respondió sin
mucho entusiasmo, pero aun no la he leido, sinceramente no pensaba
cambiar de trabajo” “lo imaginaba pero por si acaso te envío el
baremo de retribuciones de cocineros y lavanderos” Una vez leído
no fue el único abogado que aquella mañana cambio de trabajo
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