Las bibliotecas


Un profesor dice en clase a alumnos de secundaria: el comunismo tuvo cosas buenas que los países capitalistas han copiado, ejemplo de ello son las bibliotecas públicas. Cuando el adolescente me lo cuenta le pregunto ¿pero sabe tu profesor quién fue Benjamín  Franklin? Seguramente lo sepa o al menos lo asocie a los rayos y las tormentas, pero ese adolescente a quien el sistema público de educación le ha garantizado creer que los países capitalistas copian de los comunistas las bibliotecas desconoce todo o casi todo sobre Franklin.

Benjamín Franklin fue un renacentista en pleno siglo XVIII, su autobiografía, incompleta pero apasionante, ha educado a generaciones de americanos y ha ayudado a forjar el carácter de una Nación. Miranda el héroe de la independencia de la américa española, lo admiraba.

Si tuviera que compararlo con alguien sería con Leonardo Da Vinci. Personalmente le tengo al americano más estima y cariño. Franklin, fue padre de la independencia de las trece colonias, su hijo por contra se mantuvo fiel a su Rey.

En sus escritos lo vemos como un enamorado de la lectura y la investigación. No patentó sus inventos pero sí los divulgó para mejorar a sus congéneres. Quien use gafas progresivas es deudor de sus lentes bifocales.  El modelo de chimenea o estufa que ideó y tiene su nombre ha ayudado a calentar millones de hogares y todavía lo hace, se le conoce por sus experimentos con la electricidad y suya fue la providencial invención de los pararrayos….

Le apasionaba entender la naturaleza y amaba las aplicaciones prácticas de los conocimientos. En sus escritos se aprecia un hombre frugal y enemigo de gastar en lo innecesario, hay una carta en que narra su sorpresa al oír a una anciano citarle una y otra vez para que la gente no gastara en comprar cosas que no necesitaba, y dice Franklin con humildad que salvo su vanidad por oírse citado no cree que nadie le prestara atención, pero él que había acudido a comprar tela para un gabán decidió darle una nueva oportunidad al que ya llevaba.

Era vegetariano, procuraba no comer animales, y en sus memorias cuenta cómo razonando se cargó de argumentos para comer unos bacalaos que le apetecían en una travesía en barco, decía que ese día aprendió que nos dejamos (auto) convencer de las cosas cuando nos convienen.

Franklin fundó una biblioteca pública que fue ejemplo para el resto en su país. En una asociación que había fundado para el debate y la conversación, “The Junto”, durante una temporada decidieron poner en común libros a disposición de los socios, pero los miembros no cuidaban los libros de los otros como  debían y finalmente se fueron llevando los suyos, así que ideó una biblioteca por suscripción convenciendo a 50 personas. Por una cantidad módica destinada a comprar libros cada socio tuvo a su disposición en poco tiempo una gran cantidad de volúmenes que convirtió a la sociedad de Filadelfia en una de las más ilustradas de occidente a similar nivel económico. Quien no fuera socio podía igualmente sacar libros previo un depósito por el valor de libro y una cantidad discreta a modo de alquiler. Esa fue la grandeza  de su proyecto, aumentar el nivel de exigencia de sus conciudadanos. Fue un filántropo, un visionario, un hombre respetado y admirado hasta en la Europa de su tiempo, y hoy es poco conocido por nuestros niños a quienes se les inculca que el comunismo nos habría legado las bibliotecas…..

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué nadie me dijo nunca que El Jarama fuera una novela tan buena?

Lectura rápida y lectura lenta

De trolls, el bibliotecario y los cazadores de Libros